Realizamos el noveno encuentro en Junín donde vive Armando Rentería y su Familia. Fue difícil para algunos llegar... hubo marchas y contramarchas, hasta que llegó el 11 de enero. Ese día estabamos allí a las 17 horas los Mollo, los Bareiro, Marcelo Pochat y su amigo Sergio, Marta Paillalef, Yoly Rousseau, Rosana Casella y Sandra Chálabe con su hija Rocío. Además, Fernando De Lillo, sus hijos y un matrimonio de Bélgica que quisieron participar.
La actividad para presentarnos contando lo vivido durante 2012, fue en el salón del Albergue Laura Vicuña de las Hermanas de María Auxiliadora ( La Hna. Elda trabajó intensamente atendiéndonos con todo cariño). Cada uno, cuando dejabamos de cantar "qué alegría y que gozo"... tomaba el sombrero que circulaba de mano en mano, para dar una vuelta alrededor de la mesa contando lo suyo. Muchos allí contamos algo de nuestras pérdidas, del alejamiento de los hijos por diversos motivos, por ejemplo, y nuestros logros. Finalmente fuimos hasta el río para hacer la oración de Acción de Gracias.
Luego, el sábado, llegó Pablo Fanelli primero, su esposa e hija después. Ese mismo día vino Onofre Entraigas y su amigo Ariel con una bebé (Tiziana).
La oración de la mañana frente al Santísimo fue importante y compartida por jóvenes y adultos. Un breve cuento sirvió para reflexionar.
Cuenta la historia que un maestro iba con el discípulo por un camino cuando los alcanzó la noche, entonces se acercaron a la única casita
que encuentran. La familia que vivía allí era muy humilde, el único
sostén que tenían era una vaca que les proveía de leche. El maestro en
mitad de la noche tira a la vaca por el barranco, a lo que el discípulo
horrorizado le pregunta “pero maestro ¿qué ha hecho?” y el maestro le
responde “con el tiempo lo verás”.
Pasaron muchos años y el discípulo decide volver al lugar porque
seguía muy consternado, cuando llega ya no estaba la casita, y en su
lugar había una casa grande, hermosa, con un jardín frondoso, golpea la
puerta y pregunta ¿qué había sido de la familia que vivía allí? y le
contaron que eran ellos, que gracias a que se había muerto su vaquita,
su único sostén, tuvieron que aprender a valerse por otros medios y que les resultó muy positivo.
A veces conservamos la Fé que le da sentido a nuestra vida... sin embargo, si hay cambios en nuestra vida, se rompe la rutina, nos damos cuenta que hay que buscar nuevos sentidos, renovarse ... y comenzar de nuevo. Los cristianos este año, AÑO DE LA FE, estamos llamados a buscar y renovar la FE.
Dimos gracias por las oportunidades que tenemos cada año y rezamos el salmo: aclama al Señor toda la tierra.
Cantamos y oramos espontáneamente hasta que nos avisaron que llegaba Pablo.